Me está tentando. La caja está a diez centímetros de mi mano y me llama. Los huevos kinder sobresalen y da la impresión de que van a caerse de un momento a otro. Puedo imaginarme a los happy hippo en el fondo gritándome que me los coma. Y yo no quiero comerlos. Bueno, la verdad es que sí que quiero pero no puedo.
Y si digo no es que no, y no, y no y no. Y si no quiero no quiero, porque no me apetece, porque no me da la gana, porque estoy llena, por lo que sea. Y no quiero, y no me apetece, y no me da la gana, porque no, y no es no y no.
Estiro la mano y agarro uno, puedo sentir el chocolate derritiéndose en mi boca. Delicioso. Tiro un poco de la pestañita y lo dejo en la caja, junto a los otros. Clavo la mirada en el ordenador e intento pensar en otra cosa, tengo que sacarlos de aquí, no los puedo tener cerca...
Me parece bien que tú quieras pero a mi no me hace. No vemos lo mismo, no opinamos lo mismo, no hacemos lo mismo. Yo quiero una cosa y tengo otra. Tú piensas de una manera y yo te sigo el royo. No quiero que lo sepas, no quiero que nadie lo sepa, es mi secreto, mío y solo mío. Pienso. Bueno, quizás, quizás, alguien sepa algo, quizás empiezan a sospechar o... No, pobres, nadie lo sabe, nadie lo sospecha y eso que hay inicios por todas partes. Já. Pobriños.
Cojo la caja y la vuelco sobre la mesa, los huevos kinder ruedan y se esparcen, tengo que meter la mano y sacar los happy hippo yo porque solos no salen, se han quedado atrapados en el fondo, me odian, asquerosos. El caso es que ahora la mesa está llena de dulce y rico chocolate. Chocolate que me tienta, chocolate que me llama, chocolate que deseo. Cojo dos, los dejo, los cojo, los dejo, los aparto y meto los demás en la caja. Sigue sin cerrar pero no me importa.
Tengo que superarlo.
1 comentario:
El río Guadalquivir
se quejaba una mañana:
me tengo que decidir
entre Cazorla y Doñana
y no sé cómo elegir.
RAFAEL ALBERTI
El vicio es un error de cálculo en la búsqueda de la felicidad.
un saludo.
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