miércoles, 7 de octubre de 2009

"Hola abuela, ¿qué tal?"

Las plantas tienen un color fucsia blanquecino, el suelo un naranja chillón que te hace entrecerrar los ojos, el cielo un rojo intenso, las pareces un verde fosforito muy bonito y los demás bultos son azul eléctrico. Los faros de los coches lanzan destellos fluorescentes que dibujan formas extrañas en la nada. Las personas, si así se les puede llamar, son transparentes y tienen cuatro piernas, diez brazos y cinco ojos distribuidos por toda la cabeza. En vez de manos tienen pezuñas y sus cabellos desprenden fuego. La boca está en el pecho y cuando la abren les sale una lengua viperina negra como el carbón. La nariz la tienen en la frente, las orejas... No consigo verles las orejas así que quizás no las tengan, quien sabe.
Hace un calor sobrehumano que me dificulta la respiración, los rayos del sol me queman la piel y me hacen agujeros en la carne. Me estoy asfixiando pero no puedo moverme, debo esperar quieta o moriré quemada.
Me he fijado y estos extraños seres transparentes hablan un idioma desconocido, no les entiendo nada pero parece que esta temperatura no les afecta en absoluto. Es más, me parece que les alimenta o algo por el estilo.
Espero, espero, espero, espero, espero y espero, espero, espero, espero, espero, espero, espero... espero y espero y sigo esperando y espero un poco más y ahora todo arde. Los colores se funden y lanzan destellos que me ciegan momentáneamente. Tengo miedo. Un ruido ensordecedor lo llena todo y me hace temblar, en un instante todo se vuelve negro. La oscuridad, esa pegajosa oscuridad me roba la vitalidad, me engulle lentamente, muy lentamente hasta que me deja sin nada. Vacía. Horriblemente vacía.

1 comentario:

Homo Erectus dijo...

¡Joder! Parece la narración de una de las pesadillas que me producia la patologia originada por mi medicación. Bueno la trama seria cualquier otra pero si el onirico mundo donde se desarrolla.
Un saludo.